viernes, 17 de agosto de 2018

Vámonos a Grecia!!!

Este año, habíamos pensado en varios destinos para las vacaciones, pero al final, acabamos en el más inesperado: Grecia! La idea surgió viendo unas fotos sobre las espectaculares playas de la isla de Milos, un paraíso poco explotado y en general, desconocido para la mayoría del público europeo. 
Como ninguno de los dos había pisado tierras griegas, nos pareció una buena idea para desconectar del año de m..... que nos han dado en el trabajo.

Lo vuelo directos desde Madrid, solo van a las islas más conocidas: Santorini, Mikonos y Creta. Así que se nos ocurrió volar hacia Atenas, y desde allí, dirigirnos hacia Milos. Aunque existen vuelos de compañías griegas que comunican la capital con la mayoría de las islas, estos no se fletan todos los días (ni siquiera en verano). La otra opción son los ferries, para los cuales hay muchas compañías y horarios disponibles, pero claro, el trayecto se alarga considerablemente. 
Conclusión: Vuelo directo a Atenas - noche en Atenas- vuelo desde Atenas a Milos- 7 noches en Milos- ferry de Milos a Atenas- 2 noches en Atenas- vuelo directo a Madrid.

El vuelo de Madrid a Atenas son tres horas y media. Salvo unos 10 minutillos de turbulencias que no fueron exageradas (aunque los que nos conocéis, sabéis que la señorita Beatriz iba rezándole a todo agachada durante ese rato 😂), el resto del vuelo fue tranquilo. Tomamos un taxi para llegar a la capital (tarifa plana de 38 euros), aunque existe línea de metro que también te lleva directo a la capital.

Desde Madrid, alquilamos un apartamento en el barrio de Monastiraki, una zona estupenda para alojarse porque estás muy céntrico, y tienes un montón de sitios donde tomarte algo a todas horas. La calle del apartamento parecía el rastro de Cascorro, con muchas tiendas de ropa hippie. Los apartamentos se llaman Suitas, y la puerta de entrada parece la de un edificio okupa: el único inconveniente que le vimos, es que tienen muchas escaleras, porque el apartamento estaba de maravilla. Un ático con una terraza estupenda con vistas directas a la Acrópolis.


                                 


                                 

Las vistas de noche, eran espectaculares, porque iluminan toda la Acrópolis.

                                 

Como al día siguiente nos tocaba salir zumbando para el aeropuerto para volar hacia Milos, y las peques estaban cansadas del madrugón que nos tuvimos que dar porque nos adelantaron el vuelo, decidimos visitar solo las cosillas más cercanas, dejando la Acrópolis para la vuelta (ya lo veréis en el post de regreso a Atenas).

Comimos en uno de los restaurantes que se encuentran en las callejuelas que salen de la plaza de Monastiraki. Parece la Puerta del Sol, siempre llena de gente, da igual la hora. Tiene parada de metro justo en la plaza.

                                      

La verdad es que se come bastante bien por un precio asequible. Regresamos al apartamento para echar una siestecilla, y luego recorrimos el barrio con calma.

Adyacente al barrio se encuentra toda la zona del Ágora, que constituía en centro sociocultural, político y religioso de la antigua Atenas. Entre los edificios que la flanquean, y que vimos durante la tarde, se encuentran:

Biblioteca de Adriano (en el Ágora romana)

                                    

El Horologión: hoy lo llaman la Torre de loa Vientos (también en el Ágora romana), que constituye un reloj solar y una veleta.



La Catedral Metropolitana de Atenas


y la Iglesia de Agios Eleftherios junto a ella


Como os hemos dicho antes, veremos con calma Atenas a la vuelta, así que ahí os dejamos con este breve resumen de nuestras primeras horas en Grecia.

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