domingo, 20 de agosto de 2017

Comarca del Chianti

Tras pasear por la mañana por algunos rinconcillos de Florencia, recogimos nuestro coche de alquiler e iniciamos nuestro camino hacia la región del Chianti.

Adiós bella Florencia!!!


Es una lástima que nuestras cutrecámaras del móvil no puedan reflejar lo bonita que es esta zona: Montes y colinas donde se alterna el bosque mediterráneo con las tierras de viñedos, y los ya consabidos cipreses que caracterizan la Toscana. Todo salpicado por pequeños pueblos de piedra amarillenta construidos entre las colinas, en los que el tiempo parece haberse parado. Parece un tópico de las guías de viaje, pero es totalmente cierto que sus habitantes viven sin prisas, charlando amigablemente por las callejuelas y plazas, como si el ritmo del resto del mundo no fuera con ellos.

Y por fin llegamos a nuestro destino: Galenda, una pequeña aldea reconstruida en el término de Radda in Chianti. Sólo tiene 15 habitantes permanentes, y el resto somos turistas de paso. Sólo podemos decir que es una joya escondida. Los coches quedan en una zona de aparcamiento junto a la piscina, así que te mueves por pequeños senderos entre las casas, rodeados de árboles y flores. Parece de película, con mariposas acompañándote por el camino (también mosquitos, no creáis que iba a ser todo perfecto).






No hay ruidos, salvo los pájaros y las pisadas de la gente al pasar.

Nos alojamos en un apartamento en la planta baja de una de las casas. La verdad es que la casa está de maravilla, y es muy cómoda para venir con peques.

Por la tarde hicimos compra en el supermercado de Radda, y decidimos visitarlo con calma al día siguiente.

Radda in Chianti es un pueblo pequeño precioso. Lo recorres en una tarde, que es el momento ideal para visitarlo, y así contemplar la puesta de sol desde sus miradores.





Las pequeñas calles empedradas son un laberinto de escaleras, cuestas y pasadizos subterráneos medievales. Y a pesar del turismo, se sigue respirando esa tranquilidad que os contamos. Aprovechamos para que las peques jugaran un poco en el parque del pueblo, y cenamos en uno de los restaurantes.




A todo esto hay que añadir que las peques han decidido que nuestras vacaciones no sean nunca tranquilas, así que Iris ha tenido a bien pillarse una faringitis con fiebre para que su mami no pierda la vena pediátrica. Así que os podéis imaginar las nochecillas que llevamos. En fin...

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